viernes, 22 de mayo de 2015

Más allá del terremoto
(Angustia existencial)


  • ¡ Mamá, Mamá, de mayor quiero ayudar a esos niños de la televisión!.- dije a mi madre después de ver el Telediario, hace hoy 22 años, 2 meses, 33 días y 5 horas.

No deja de retumbar y retumbar en mi cabeza esa frase, fruto de un espíritu altruísta y benefactor en el que siendo aún un niño me encontraba inmerso, ya sea por la inocencia de la niñez o, quizás, por un complejo de superhéroe (inocencia al fin y al cabo).

Aún recuerdo ese mocoso de cabello rubio y ojos negros, feliz pensando que había nacido para salvar este mundo insalvable, este circo tétrico y sin humor, esta vida llena iniquidades…. y que cambiaría el rumbo de esta esfera gigante llamada tierra.

La televisión nos enseñaba la otra cara del mundo, en la que lo que importa no eran las consolas, ni las tablets, ni la ropa de marca, ni las fiestas de cumpleaños…, sino que lo que la gente suplicaba era un mendrugo de pan y un poco de agua potable y, como extra o si fuera posible, medicinas.

Desde ese momento orienté mi vida, mis estudios y mi formación a ayudar a los más necesitados. Estudié medicina y participé en todos mis ratos libres con organizaciones sin ánimo de lucro para luchar contra el hambre y la enfermedad. Pese a que todos me dijeron que estaba loco, salvo mis padres, que siempre me dieron su apoyo incondicional, decidí ir a prestar toda mi ayuda y colaboración, así como mis conocimientos como profesional de la medicina a un poblado nepalí, muy cercano a Katmandú. Los principios fueron increíblemente duros y difíciles: las crisis políticas, la falta de apoyos, la insolidaridad…., pero lejos de tirar la toalla, todos los que estábamos allí de cooperantes con Médicos Sin Fronteras, nos hacíamos cada vez más fuertes y más fuertes y luchábamos contra la adversidad con todo nuestro ímpetu. No había barrera, ni muro, ni montaña que no estuviésemos dispuestos a pasar, derribar y escalar por conseguir superar la injusticia, el hambre, la enfermedad… Dedicamos todos nuestros esfuerzos y nuestra energía a levantar un Hospital y una Escuela, que permitió dar un diminuto giro a aquella noticia del telediario que definió cómo iba a ser mi vida y de qué manera iba a vivirla.

¿Y ahora qué? Aún no ha pasado un mes desde aquel fatídico 25 de abril en el que la tierra tembló en nuestro pequeño paraíso, asolando todo lo que con tanto esfuerzo, amor e ilusión habíamos levantado. Un terremoto que se llevó todo y además, nuestro corazón, nuestra alma y toda una vida dedicada a hacer felices a muchas personas con las cosas más banales y más nimias.

Ahora hay un pensamiento que se revuelve en mi cabeza y es ¿porqué estaba encendida la televisión ese día hace 22 años en mi casa?, ¿fui la única persona a la que se le revolvió algo por dentro al ver aquellas imágenes?, ¿ha servido de algo dedicar todos estos años de mi vida a las ruinas que tengo delante de mí?. Miro mis manos, aquellas manos que hace años construían un Hospital y que estaban impolutas cuando me ponía unos guantes antes de entrar en el quirófano, hoy son unas manos yermas, incapaces de abarcar tanta desproporción, incapaces de hacer nada, absolutamente nada. He vivido de una ilusión, de un convencimiento, de no haber querido ver la realidad de la vida, de confundir el querer con el poder… y sin nadie al lado que me abriera los ojos, que me despertara de ese sueño profundo e hipnótico. Si Dios existe por aquí no ha pasado. Creo que ha llegado el momento de dedicarme a otra lucha, de cerrar los ojos a tanta desolación, de dar la espalda como tantos y tantos, pero ¿seré capaz?. Puede que este no sea el momento de tomar esta decisión o puede que sí. Miro a lo lejos y miro al horizonte y no veo nada, no veo esperanza, veo oscuridad, está todo borroso, ¿qué debo hacer?. Me viene al recuerdo una frase de Karen Blixen, en su libro “Memorias de África”, que para mi hoy cobra un sentido totalmente diferente y especial:

“Denys me había dado una brújula "para seguir el rumbo" dijo, pero mas tarde comprendí que navegábamos con rumbos distintos. Quizás él sabía, aunque yo no, que la tierra fue creada redonda para que no podamos ver el final del camino.”






Nacho Sualdea Negueruela (4ºA)

1 comentario:

  1. Nacho, me gustaría tener oportunidad de hablar contigo directamente acerca de tu composición escrita, porque me parece demasiado buena para el nivel de 4.º de la ESO y en ella manifiestas una expresión escrita que no he conocido en ti durante todo el curso. ¿Has recibido ayuda? Insisto, me gustaría que tuviéramos oportunidad de hablar sobre tu composición.

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