domingo, 7 de diciembre de 2014

Estimado señor director de El País: soy un gran aficionado al fútbol, que es mi deporte favorito y del que tengo ocasión de disfrutar jugando en mi equipo la liga de Cantabria. Como aficionado a este deporte, es muy fácil poder disfrutar en todos los canales de televisión de los partidos de la jornada nacional e internacional: la champions, la UEFA, la Liga BBVA, etc., y además de esto no solo las dos horas de rigor que duran los partidos, también tengo la ocasión de disfrutar con las previas, los post partidos, los programas especiales de fútbol...; todos y cada uno de los días de la semana. Hasta puedo ver los partidos de mi equipo local, repeticiones de partidos históricos, y hasta algún partido de las ligas regionales. Desde luego que estoy completamente satisfecho del tiempo que dedica la televisión al deporte que mas me gusta: el fútbol.

Sorprendentemente ayer estuve viendo los deportes en el telediario y me he enterado de que en Doha entre los días del 3 al 7 de Diciembre se está celebrando el campeonato del mundo de piscina corta en el cual participa una de las más importantes deportistas de nuestro panorama nacional, Mireia Belmonte. Pude ver la imagen en la que Mireia bate el récord del mundo de 200 metros mariposa, fue impresionante; pero no solo ha sido este el récord del mundo que ha batido, si no que también batió el récord del mundo de 400 metros estilos, a lo que hay que sumar otros dos oros en 800 metros y 400 metros libres. Creo que es injusto el poco tiempo y la poca dedicación que se ha dedicado desde los espacios televisivos a esta hazaña de nuestra nadadora nacional. No creo que haya ningún partido de fútbol en estos días que se haya acercado en importancia a estos récords y a estas medallas conseguidas por Mireia. Que sirva esto para reivindicar la dedicación de espacios televisivos a la importancia del logro deportivo, cosa que se puede hacer extensiva a otros deportes (tenis, baloncesto, etc.).






domingo, 23 de noviembre de 2014

Don Juan Tenorio

Allá lejos en las tenebrosas montañas de Transilvania vivía Don Juan en la penumbra de un castillo. Solo vivía con una obsesión lo que le llevó a secuestar a su amada Doña Inés inocente y desconocedora de la terrorífica vida que rodeaba a Don Juan. En la fría cripta donde Doña Inés estaba retenida Don Juan se dispuso a manifestar su amor rodeándola entre sus brazos y con Doña Inés aterrada la empezó a decir:

Cálmate, y reposa aquí un momento
olvídate de tu triste vida y disfruta conmigo la eternidad.                                                          ¡Ah! ¿No es cierto, ángel de amor, que en esta apartada orilla
más pura la luna brilla
y se respira mejor?
Esta aura que vaga llena
de los sencillos olores
en los oscuros bosques
que brota esa orilla amena;
esa agua limpia y serena
que atraviesa con temor
el castillo del terror
que espera cantando la noche,
Esa armonía que el viento
recoge entre esos imponentes abetos
que agita con manso aliento,
ese terrorífico acento
con que trina el búho
de sus copas morador
llamando a la cercana noche,
¿no es verdad, gacela mía,
que están respirando amor?
Y estas palabras que están filtrando insensiblemente
tu corazón, ya pendiente
de los labios de don Juan,
y cuyas ideas van
inflamando en su interior
un fuego germinador
no encendido todavía,
¿no es verdad, estrella mía,
que están respirando amor?
En ese momento Don Juan hincando sus afilados y blancos colmillos en el pálido cuello de Doña Inés la hace suya para toda la eternidad.

viernes, 3 de octubre de 2014



M

 AUTORRETRATO LINGÜÍSTICO
                   
   Por Ignacio Sualdea Negueruela               


e críe en un entorno donde se hablaba la lengua 
castellana, en Cantabria. Desde pequeño he tenido contacto con una segunda lengua, el inglés. He tenido contacto con esta lengua gracias al colegio, también iba a academias de inglés. Todos los años voy a Almería y me familiarizo con un dialecto distinto al mío, el andaluz; también por mi profesor de lengua. También he ido a Francia pero no tenia conocimientos para hablar el idioma, ni para entenderlo.
He estado en Italia y era capaz de entender algunas oraciones pero en general no entendía el idioma, algunos también hablaban el inglés y podíamos hablar con ellos gracias a la lengua inglesa.

Mi madre nació en Valladolid, cuna del castellano, y lugar de nacimiento de importantes escritores como Miguel de Cervantes. Valladolid también es conocido como pucela, entonces mi madre no es vallisoletana, es pucelana. Sin embargo Valladolid vive una situación de loísmo y leísmo.

Mi padre es de Burgos y siempre me ha resultado curioso su entonación en las preguntas, pues no tiene nada que ver con la entonación que se las da aquí.

Tenemos una cuidadora en casa para mi hermana, ella es peruana con lo cual escucho muchas expresiones curiosas de este país. De pequeños mi hermano y yo hemos tenido cuidadoras de muchos países (Colombia, Senegal…),  aparte de España, que sin embargo nunca han influido en mi forma de hablar pues nunca he llamado a un coche “carro”, a una colchoneta “saltarín”, a un huevo cocido “huevo sancochado”, etc.

Un problema que hay en Santander es el abuso del condicional, el “sería” por “fuese”, o el “gustaría” por “gustase”, etc. Siempre que lo oigo me chirrían los oídos, cometeré otros errores lingüísticos pero este no le cometo.